¿Qué es la Unidad de Cuidados Intensivos?
La unidad de cuidados intensivos es un servicio sumamente especializado ya que los pacientes que allí se atienden padecen enfermedades graves que deben atenderse con capacidad y prontitud, así como con todo lo necesario para atender toda clase de padecimientos.
La importancia de la terapia intensiva es central si tenemos en cuenta que este es el espacio en el cual los enfermos o pacientes más delicados deben ser atendidos por profesionales de la salud, de manera constante a fin de evitar cualquier tipo de sobresalto o cambio abrupto en el estado de su salud. En ella, enfermeros están al permanente cuidado de los pacientes y son constantes también las visitas de médicos y otros profesionales.
El rol de la Enfermería en la Terapia Intensiva para adultos
El rol de enfermería profesional en terapia intensiva se ha ido desarrollando en la medida que se ha incrementado la necesidad de un cuidado más especializado. Y es que el profesional de enfermería de terapia intensiva proporciona cuidados a pacientes con situación clínica crítica que presentan un desequilibrio severo de uno o más sistemas fisiológicos principales, con compromiso vital real o potencial, utilizando una metodología basada en los avances producidos en el área de los cuidados de la salud, la ética y la evidencia científica.
Las intervenciones de enfermería están orientadas a la atención integral del usuario, incluyendo aspectos bio-psicosociales, y la inclusión participativa del grupo familiar. La práctica asistencial incluye la valoración, diagnóstico y el tratamiento de la respuesta humana a los problemas percibidos, reales o potenciales, físicos, psicosociales y
espirituales del usuario.
Actualmente los lineamientos para la educación de profesionales de salud, describen que el desarrollo de competencias encaminado a la obtención de la integralidad en la atención del proceso salud-enfermedad, favorece la formación de un profesional de enfermería, con aptitudes para la toma de decisiones, liderazgo, comunicación y educación permanente.
El tratamiento de la enfermedad y la humanización deben darse simultáneamente en la atención de enfermería, estableciendo la necesidad de un determinado perfil del profesional. Se promueve la reflexión de la humanización de los cuidados en unidades de críticos, considerando las relaciones que se pueden establecer entre todos los participantes en la atención (paciente, familia y el equipo asistencial).
Por ello, se requiere un real compromiso institucional de los valores que sustentan la atención humanizada, las relaciones interdisciplinarias y la humanización en las unidades de cuidados intensivos.
CUIDADOS BÁSICOS DEL PACIENTE EN UCI
Como cualquier paciente hospitalizado, el paciente crítico necesita también cuidados diarios encaminados a satisfacer las necesidades básicas alteradas por su estado patológico. No obstante, partiendo de la situación de compromiso vital, los cuidados de nuestro paciente crítico se regirán bajo los criterios de prioridad, continuidad y sistematización.
Además, una correcta organización de dichos cuidados implica asignarlos a un turno específico (mañana, tarde, noche) y supone tener en cuenta las peculiaridades implícitas en los cuidados a pacientes según su patología y área de ingreso (UCI coronaria, UCI polivalente, UCI pediátrica…).
Cuidados diarios:
Entre los cuidados generales del paciente crítico a realizar en todos los turnos encontramos:
- Participar del relevo de Enfermería para conocer la evolución de nuestro paciente durante las últimas 12 horas, con especial interés en la realidad inmediata (el último turno).
- Aplicar los cuidados planificados para nuestro paciente
- Aplicar el tratamiento médico prescrito y colaborar con el médico en procedimientos diagnósticos y terapéuticos.
- Cumplimentar los registros de Enfermería de la unidad: gráfica, plan de cuidados, bitacora, etc.
- Controlar y registrar las constantes vitales cada hora.
- Actuar ante situaciones de amenaza vital inmediata.
- Controlar la nutrición del paciente: tolerancia, tipo de dieta, sensación de apetito.
- Dar respuesta adecuada a las demandas del paciente y de la familia y asegurar que disponen de los recursos para hacérnoslas llegar.
- Movilizar al paciente de forma segura cuando así esté indicado (cambios posturales, movilizar al paciente o usuario…)
- Asegurar una correcta higiene del paciente, especialmente ante y después de las comidas (manos, boca…) y siempre que la circunstancia lo requiera (diarrea, vómitos, diaforesis…)
- Asegurar el correcto cumplimiento de las medidas de aislamiento por parte del personal, del paciente y de los familiares.
- Para desarrollar este punto más ampliamente, me voy a basar unos puntos importantes como son la higiene, cuidados del entorno y la movilización.
Higiene del paciente:
Al realizar la higiene del paciente perseguimos varios objetivos. Obviamente, la higiene permite eliminar secreciones y excreciones corporales reduciendo el número de microorganismos patógenos transitorios y, por consiguiente, el riesgo de infección. Pero además, la higiene favorece el bienestar del paciente, mejorando su autoimagen y autoestima y el estado de confort del que hablábamos al inicio de la lección. Al realizar la higiene del paciente crítico deberemos partir de la capacidad de autocuidado del mismo, estimulando siempre su independencia y supliendo sólo aquellas funciones en las que el paciente es dependiente.
- •La higiene completa se realizará al menos una vez al día y tantas veces como sea necesario. En ella colaborará todo el equipo de Enfermería responsable de ese paciente (enfermeras y auxiliares en Enfermería).
- •Antes de iniciar la higiene, la/el enfermera/o se informará del estado del paciente y de todas aquellas particularidades del mismo que deban ser tenidas en cuenta durante la técnica (paciente con PIC elevada, politraumatizado, postoperatorio cardiaco, arritmias, etc.)
- •Durante la higiene del paciente encamado, la/el enfermera/o se encargará especialmente de la correcta movilización y manipulación del mismo, prestando especial interés a la protección de vías, drenajes, tubuladuras, apósitos, etc.
- •En caso de higiene y movilización de pacientes intubados, la/el enfermera/o mantendrá durante todo el proceso de movilización la fijación manual del tubo endotraqueal para evitar su desplazamiento accidental. Ante cualquier alarma del respirador, se parará el proceso de higiene y se resolverá la situación que ha provocado dicha alarma (aspiración de secreciones, desconexión accidental, falta de sedación y/o relajación…)
- •En caso de higiene y movilización de pacientes politraumatizados, la/el enfermera/o será la encargada del correcto mantenimiento del eje cabeza-cuello-tronco en cualquier manipulación del paciente, manteniéndose a la cabeza del mismo mientras hace sujeción bimanual del cuello. Además, será la encargada de dirigir las maniobras y de que todo el equipo actúe de forma sincronizada y bajo su dirección. En caso de tracción de fracturas la/el enfermera/o habrá de cerciorarse que no se pierde la tracción en ningún momento de la maniobra.
- •Durante la higiene del paciente, la/el enfermera/o valorará el estado de la piel y mucosas del mismo, prestando especial interés a la aparición de signos de úlceras por presión (UPP) en estadios iniciales. Para ello puede usar escalas de valoración como la de Norton o la de Braden.
- •En pacientes encamados y conectados a ventilación mecánica prestaremos especial interés a la higiene de ojos y boca.
- •Tampoco debemos olvidar el lavado de pelo al menos una vez a la semana y siempre que el paciente lo necesite.
Este punto podría desarrollarse en base a la teoría de Florence Nightingale (considerada madre de la Enfermería). Se trata pues de poner al paciente en las mejores condiciones ambientales posible para así favorecer la curación. Entre estos estímulos ambientales tenemos que tener en cuenta la humedad, evitándola. Disminuir la cantidad de luz y de ruido, en la medida en que nos sea posible, para así favorecer el descanso. Intentar disminuir la cantidad de estímulos en general. Por último, tendremos en cuenta también la renovación de aire, ventilando las estancias.
Movilización:
La inmovilización (a menudo terapéutica) es uno de los grandes problemas que encontramos en el paciente crítico. Los efectos de una inmovilización prolongada se pueden ver en todos los sistemas del organismo: atelectasias, infección respiratoria, embolias y trombosis, acidosis respiratoria, úlceras por presión, atrofia muscular, contracturas, estreñimiento, alteración nutricional, discinesia, deshidratación, infecciones urinarias, litiasis, deprivación sensorial…
Para limitar el efecto de esta inmovilización, debemos tener en cuenta:
- •Si el paciente no está sedado, hacerle partícipe en la medida de lo posible de sus actividades.
- •Realizar movilizaciones pasivas progresivas para evitar el tiempo de reposo y mantener los músculos activos.
- •Mantener al paciente en posición anatómica con las articulaciones en posición neutra para evitar disfunciones motoras posteriores. Un claro ejemplo es el caso del pie equino.
- •Planificar cambios posturales cada 2-3 horas, espaciándolos en el horario nocturno si suponen un trastorno para el descanso del paciente.
- •Conforme el paciente va mejorando, programar ejercicios isométricos y reentrenamiento ortostático.
- •Realizar ejercicios de fisioterapia respiratoria salvo contraindicación médica.
- •En caso de paciente politraumatizado, realizaremos movilizaciones sólo cuando sea estrictamente necesario y siempre manteniendo la alineación corporal con especial precaución del eje cabeza-cuello-tórax.
- •En toda movilización del paciente seguiremos las normas ergonómicas que nos ayuden a evitar lesiones a corto o largo plazo.
- Complicaciones:
- Entre las posibles complicaciones del paciente crítico durante la higiene, los traslados o los cambios posturales, destacan las siguientes:
- •Desaturación.
- •Desadaptación del respirador (aumento de frecuencia respiratoria, disminución del volumen minuto, aumento de presión pico en vía aérea…)
- •Hipotensión o hipertensión.
- •Bradicardia o taquicardia
- •Arritmias cardiacas.
- •Aumento de la presión intracraneal (PIC).
- •Retirada accidental de sondas, drenajes, catéteres o tubos.
- •Hemorragia
- Parada cardiorrespiratoria.
Ante cualquier signo de alarma deberemos detener inmediatamente lo que estemos haciendo sobre el paciente para solucionar el problema y no lo reiniciaremos hasta conseguir de nuevo una situación de estabilidad hemodinámica.
CONCLUSIONES:
La alta complejidad tecnológica de las unidades de cuidados intensivos no debe hacernos perder de vista aquellas necesidades básicas que puedan quedar descubiertas. El cuidado del confort y el bienestar del paciente pueden resultar elementos clave para favorecer la recuperación de la salud.
Como profesionales de Enfermería debemos conocer y aplicar los cuidados básicos encaminados a la consecución de ese bienestar, especialmente en relación con el cuidado del entorno, la higiene y la movilidad del paciente.
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